Diez torres de monedas perfectamente apiladas sobre su escritorio, todos sus ahorros desde el día de su cumpleaños numero seis.
Si tiene la paciencia suficiente, hoy en cosa de horas recibirá su mesada mensual, y podrá por fin comprar, lo que ha esperado todo estos meses.
Su padre llega del trabajo, y sin darle respiro con un saludo apresurado extiende su pequeña mano y recibe a cambio las últimas monedas, corre a su cuarto dando las gracias y completa la ultima torre con las monedas esperadas.
Toma una pequeña cajita que había construido con sus propias manos hace una semana atrás, con flores multicolores de tempera y dedos marcados por todos lados y deposita todo el valioso tesoro en su interior, anuda la cinta suavemente y hace una especie de rosa que le queda bastante mal, pero bella de igual forma.
Respira hondo y baja cada escalón desde el segundo el piso, se dirige a la cocina buscando a su madre, allí esta ella cansada con los quehaceres, con tanto trabajo,
El hace que tose y ella sonríe dándole la espalda, el se acerca y extiende sus manitos con aquel regalo.
Ella lo mira de reojo sonríe y pregunta ¿que es eso que traes en tus manos?
El con la voz cortada por la emoción, le dice a su madre, quiero entregarte esto mamá, y ella quitándose los guantes, y arrodillándose junto a su pequeño lo observa con ternura, con los ojos vidriosos y el corazón apretado.
Pregunta ¿que es esto?, cual es el motivo de este obsequio, el niño sonríe maravillado y dice no es un regalo, simplemente; es mi mejor negocio, ¿negocio pregunta su madre?, ¡Si negocio! , responde el niño.
Quiero pagar por todos tus besos antes de dormir, de aquí hasta que ya sea grande…
La madre deja escapar una carcajada y lo abraza, diciendo: ¡que cosas tienes en tu cabecita mi niño!, el se acerca al oído y le dice bajito, “solo me aseguro que nunca me falten tus besos mamá”, y la abraza bien fuerte.